En un discurso pronunciado por el Papa Francisco en el 2014 en la asamblea de la Congregación para la Educación Católica: «Las instituciones académicas católicas no deben aislarse del mundo» El Papa explicó los desafíos actuales de la educación católica.
La educación católica es «uno de los desafíos más importantes para la Iglesia, comprometida hoy en realizar la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante transformación y de acentuada pluralidad cultural y religiosa». Estudian en las escuelas católicas creyentes y no creyentes, por lo que estas instituciones tienen un papel decisivo en el diálogo. «Educar es un acto de amor, es dar vida». Por ello es fundamental para los jóvenes la coherencia entre los valores declarados y los que se atestiguan con la vida.
El Pontífice subrayó el «valor del diálogo en la educación» y recordó que «educar es una gran obra de construcción en constante transformación». El Papa, después de explicar la mancuerna educación-evangelización, se centró en tres aspectos a partir del «valor del diálogo en la educación», pues las escuelas católicas también están abiertas a estudiantes no cristianos e incluso no creyentes: «A todos, las instituciones educativas católicas ofrecen una propuesta educativa que tiene como objetivo el desarrollo integral de la persona y que responde al derecho de toda persona a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero todos están igualmente llamados a ofrecer, con pleno respeto de la libertad de cada individuo y de los métodos del entorno escolar, la propuesta cristiana, es decir, Jesucristo, como sentido de la vida, del cosmos y de la historia».
El Papa Francisco dijo que «la educación está dirigida a una generación que está cambiando y que, por tanto, todo educador (y toda la Iglesia que es madre educadora) está llamado a cambiar, en el sentido de ser capaz de comunicar con los jóvenes que tiene delante». «La educación es un acto de amor, es dar vida –exclamó Bergoglio. Y el amor es exigente, pide encontrar los mejores recursos, para despertar la pasión y comenzar un camino con paciencia junto a los jóvenes. El educador en las escuelas católicas debe ser ante todo muy competente, calificado, y al mismo tiempo lleno de humanidad, capaz de estar entre los jóvenes con estilo pedagógico, para promover su crecimiento humano y espiritual».
«No se puede crecer, no se puede educar sin coherencia». Por esta razón, explicó Francisco, «el propio educador necesita un aprendizaje permanente», y sugirió «la necesidad de retiros y ejercicios espirituales para los educadores».
«Es bueno hacer cursos para esto y para lo otro, pero también es necesario hacer estos retiros espirituales, ¡retiros para rezar! Porque la coherencia es un esfuerzo, pero sobre todo es un don y una gracia. Y tenemos que pedirla», concluyó.
Cortesía de https://religionennavarra.wordpress.com
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