viernes, 31 de marzo de 2017

2 de abril Día Mundial de Concientización sobre el Autismo




El autismo es una condición que se manifiesta en los primeros años de vida. Actualmente, 1 de cada 68 niños la posee; observándose que la tasa de afectados ha venido aumentando aceleradamente en todas las regiones del mundo, impactando a niños, adolescentes, adultos, sus familias y a la sociedad en general.
En 2007, la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró por unanimidad al 2 de abril como el Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, para darle relevancia a la necesidad de mejorar la calidad de vida de los niños y adultos con esta condición.
Con motivo de esta fecha desde la Seccional Caracas Centro extendemos la invitación a reflexionar en torno a esta condición de muchas personas que son un regalo para la humanidad, no son seres humanos enfermos, al contrario, son personas con capacidades especiales que están en el mundo para enseñarnos a ser más humanos. 
La invitación es a promover el mensaje de concientización, mejorar la calidad de vida y promover la inclusión de las personas autistas. Hay que aprender a ver la vida como ellos para poder entenderlos, las personas con autismo aman, sienten y padecen como los demás, pero lo manifiestan de manera diferente a como estamos acostumbrados.   
Compartimos algunas reflexiones para tener en cuenta en los nuestros Centros Educativos y en nuestra vida en general,  donde se hacen presentes estos ángeles de Dios.








Imagen cortesía de http://diamundialautismo.com/

miércoles, 29 de marzo de 2017

¡Nunca hagan bullying en la escuela o el barrio!, exhorta Papa Francisco


MILÁN, 25 Mar. 17 / 01:09 pm (ACI).- En un encuentro este sábado 25 de marzo con unos 45 mil confirmandos en Milán, el Papa Francisco expresó su honda preocupación por el bullying y exhortó a todos los jóvenes a no hacerlo nunca.
Respondiendo a una pregunta hecha por una madre y catequista de nombre Valeria, sobre el consejo que puede dar a los educadores, el Santo Padre dijo: “Hay un fenómeno feo que me preocupa mucho en la educación: el bullying”.
Francisco cuestionó a todos los presentes en el estadio San Siro: “En vuestra escuela, en vuestro barrio ¿hay alguno o alguna a quien ustedes molestan, fastidian porque tiene algún defecto, porque es gordo o flaco, por esto o lo otro? ¿A ustedes les gusta hacer paasar vergüenza y picarlo por esto? Piensen. Esto se llama bullying”.
El Pontífice alentó también a los muchachos presentes a que “para el sacramento de la Santa Confirmación hagan la promesa al Señor y nunca hagan (bullying) y nunca permitan que se haga en su colegio, en su escuela, en su barrio”.
“¡Nunca se burlen, nunca fastidien a un compañero, del colegio, del barrio! ¿Prometen esto?”. Un sonoro “¡Sí!” fue la respuesta de todos los jóvenes en el estadio.
“Este ‘sí’ se lo han dicho al Papa. Ahora piensen en lo malo que es esto y piensen si son capaces de prometérselo a Jesús. ¿Se lo prometen a Jesús?” Nuevamente todos los presentes respondieron afirmativamente.
“Gracias y que el Señor los bendiga”, concluyó Francisco.
Cortesía de https://www.aciprensa.com

jueves, 23 de marzo de 2017

Mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial de la Juventud 2017 "Cuando Dios toca el corazón de un joven o de una joven, se vuelven capaces de grandes obras".


VATICANO, 21 Mar. 17 / 08:09 am (ACI).- Hoy se dio a conocer el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Juventud 2017, que se celebra este Domingo de Ramos y que lleva como título «El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (Lc 1,49).
A continuación el texto completo:
Queridos jóvenes:
Nos hemos puesto de nuevo en camino después de nuestro maravilloso encuentro en Cracovia, donde celebramos la XXXI Jornada Mundial de la Juventud y el Jubileo de los Jóvenes, en el contexto del Año Santo de la Misericordia.
Allí dejamos que san Juan Pablo II y santa Faustina Kowalska, apóstoles de la divina misericordia, nos guiaran para encontrar una respuesta concreta a los desafíos de nuestro tiempo.
Experimentamos con fuerza la fraternidad y la alegría, y dimos al mundo un signo de esperanza; las distintas banderas y lenguas no eran un motivo de enfrentamiento y división, sino una oportunidad para abrir las puertas de nuestro corazón, para construir puentes.
Al final de la JMJ de Cracovia indiqué la próxima meta de nuestra peregrinación que, con la ayuda de Dios, nos llevará a Panamá en 2019. Nos acompañará en este camino la Virgen María, a quien todas las generaciones llaman bienaventurada (cf. Lc 1,48).
La siguiente etapa de nuestro itinerario está conectada con la anterior, centrada en las bienaventuranzas, pero nos impulsa a seguir adelante. Lo que deseo es que vosotros, jóvenes, caminéis no sólo haciendo memoria del pasado, sino también con valentía en el presente y esperanza en el futuro.
Estas actitudes, siempre presentes en la joven Mujer de Nazaret, se encuentran reflejadas claramente en los temas elegidos para las tres próximas JMJ. Este año (2017) vamos a reflexionar sobre la fe de María cuando dijo en el Magnificat: «El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (Lc 1,49).
El tema del próximo año (2018): «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios» (Lc 1,30), nos llevará a meditar sobre la caridad llena de determinación con que la Virgen María recibió el anuncio del ángel. La JMJ 2019 se inspirará en las palabras: «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), que fue la respuesta llena de esperanza de María al ángel.
En octubre de 2018, la Iglesia celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Nos preguntaremos sobre cómo vivís vosotros, los jóvenes, la experiencia de fe en medio de los desafíos de nuestra época.
También vamos a abordar la cuestión de cómo se puede desarrollar un proyecto de vida discerniendo vuestra vocación, tomada en sentido amplio, es decir, al matrimonio, en el ámbito laical y profesional, o bien a la vida consagrada y al sacerdocio. Deseo que haya una gran sintonía entre el itinerario que llevará a la JMJ de Panamá y el camino sinodal.
Nuestra época no necesita de «jóvenes-sofá»
Según el Evangelio de Lucas, después de haber recibido el anuncio del ángel y haber respondido con su «sí» a la llamada para ser madre del Salvador, María se levanta y va de prisa a visitar a su prima Isabel, que está en el sexto mes de embarazo (cf. 1,36.39).
María es muy joven; lo que se le ha anunciado es un don inmenso, pero comporta también un desafío muy grande; el Señor le ha asegurado su presencia y su ayuda, pero todavía hay muchas cosas que aún no están claras en su mente y en su corazón. Y sin embargo María no se encierra en casa, no se deja paralizar por el miedo o el orgullo.
María no es la clase de personas que para estar bien necesita un buen sofá donde sentirse cómoda y segura. No es una joven-sofá (cf. Discurso en la Vigilia, Cracovia, 30 de julio de 2016). Si su prima anciana necesita una mano, ella no se demora y se pone inmediatamente en camino.
El trayecto para llegar a la casa de Isabel es largo: unos 150 km. Pero la joven de Nazaret, impulsada por el Espíritu Santo, no se detiene ante los obstáculos. Sin duda, las jornadas de viaje le ayudaron a meditar sobre el maravilloso acontecimiento en el que estaba participando.
Lo mismo nos sucede a nosotros cuando empezamos nuestra peregrinación: a lo largo del camino vuelven a la mente los hechos de la vida, y podemos penetrar en su significado y profundizar nuestra vocación, que se revela en el encuentro con Dios y en el servicio a los demás.
El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí
El encuentro entre las dos mujeres, la joven y la anciana, está repleto de la presencia del Espíritu Santo, y lleno de alegría y asombro (cf. Lc 1,40-45). Las dos madres, así como los hijos que llevan en sus vientres, casi bailan a causa de la felicidad. Isabel, impresionada por la fe de María, exclama: «Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá» (v. 45).
Sí, uno de los mayores regalos que la Virgen ha recibido es la fe. Creer en Dios es un don inestimable, pero exige también recibirlo; e Isabel bendice a María por eso. Ella, a su vez, responde con el canto del Magnificat (cf. Lc 1,46-55), donde encontramos las palabras: «El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (v. 49).
La oración de María es revolucionaria, es el canto de una joven llena de fe, consciente de sus límites, pero que confía en la misericordia divina. Esta pequeña y valiente mujer da gracias a Dios porque ha mirado su pequeñez y porque ha realizado la obra de la salvación en su pueblo, en los pobres y humildes.
La fe es el corazón de toda la historia de María. Su cántico nos ayuda a comprender cómo la misericordia del Señor es el motor de la historia, tanto de la persona, de cada uno de nosotros, como del conjunto de la humanidad.
Cuando Dios toca el corazón de un joven o de una joven, se vuelven capaces de grandes obras. Las «cosas grandes» que el Todopoderoso ha hecho en la vida de María nos hablan también del viaje de nuestra vida, que no es un deambular sin sentido, sino una peregrinación que, aun con todas sus incertidumbres y sufrimientos, encuentra en Dios su plenitud (cf. Ángelus, 15 de agosto de 2015).
Me diréis: «Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer?». Cuando el Señor nos llama no se fija en lo que somos, en lo que hemos hecho. Al contrario, en el momento en que nos llama, él está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de ofrecer.
Como la joven María, podéis hacer que vuestra vida se convierta en un instrumento para mejorar el mundo. Jesús os llama a dejar vuestra huella en la vida, una huella que marque la historia, vuestra historia y la historia de muchos (cf. Discurso en la Vigilia, Cracovia, 30 de julio de 2016).
Ser joven no significa estar desconectado del pasado
María es poco más que una adolescente, como muchos de vosotros. Sin embargo, en el Magnificat alaba a su pueblo, su historia. Esto nos enseña que ser joven no significa estar desconectado del pasado. Nuestra historia personal forma parte de una larga estela, de un camino comunitario que nos ha precedido durante siglos.
Como María, pertenecemos a un pueblo. Y la historia de la Iglesia nos enseña que, incluso cuando tiene que atravesar mares revueltos, la mano de Dios la guía, le hace superar momentos difíciles. La verdadera experiencia en la Iglesia no es como un flashmob, en el que nos damos cita, se realiza una performance y luego cada uno se va por su propio camino.
La Iglesia lleva en sí una larga tradición, que se transmite de generación en generación, y que se enriquece al mismo tiempo con la experiencia de cada individuo. También vuestra historia tiene un lugar dentro de la historia de la Iglesia.
Hacer memoria del pasado sirve también para recibir las obras nuevas que Dios quiere hacer en nosotros y a través de nosotros. Y nos ayuda a dejarnos escoger como instrumentos suyos, colaboradores en sus proyectos salvíficos.
También vosotros, jóvenes, si reconocéis en vuestra vida la acción misericordiosa y omnipotente de Dios, podéis hacer grandes cosas y asumir grandes responsabilidades.
Me gustaría haceros algunas preguntas: ¿Cómo “guardáis” en vuestra memoria los acontecimientos, las experiencias de vuestra vida? ¿Qué hacéis con los hechos y las imágenes grabadas en vuestros recuerdos? A algunos, heridos por las circunstancias de la vida, les gustaría “reiniciar” su pasado, ejercer el derecho al olvido.
Pero me gustaría recordaros que no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro. La perla nace de una herida en la ostra. Jesús, con su amor, puede sanar nuestros corazones, transformando nuestras heridas en auténticas perlas. Como decía san Pablo, el Señor muestra su fuerza a través de nuestra debilidad (cf. 2 Co 12,9).
Nuestros recuerdos, sin embargo, no deben quedar amontonados, como en la memoria de un disco duro. Y no se puede almacenar todo en una “nube” virtual. Tenemos que aprender a hacer que los sucesos del pasado se conviertan en una realidad dinámica, para reflexionar sobre ella y sacar una enseñanza y un sentido para nuestro presente y nuestro futuro. Descubrir el hilo rojo del amor de Dios que conecta toda nuestra existencia es una tarea difícil pero necesaria.
Muchos dicen que vosotros, los jóvenes, sois olvidadizos y superficiales. No estoy de acuerdo en absoluto. Pero hay que reconocer que en nuestros días tenemos que recuperar la capacidad de reflexionar sobre la propia vida y proyectarla hacia el futuro. Tener un pasado no es lo mismo que tener una historia.
En nuestra vida podemos tener tantos recuerdos, pero ¿cuántos de ellos construyen realmente nuestra memoria? ¿Cuántos son significativos para nuestros corazones y nos ayudan a dar sentido a nuestra existencia? En las «redes sociales», aparecen muchos rostros de jóvenes en multitud de fotografías, que hablan de hechos más o menos reales, pero no sabemos cuánto de todo eso es «historia», una experiencia que pueda ser narrada, que tenga una finalidad y un sentido.
Los programas en la televisión están llenos de los así llamados «reality show», pero no son historias reales, son sólo minutos que corren delante de una cámara, en los que los personajes viven al día, sin un proyecto. No os dejéis engañar por esa falsa imagen de la realidad. Sed protagonistas de vuestra historia, decidid vuestro futuro.
Cómo mantenerse unidos, siguiendo el ejemplo de María
De María se dice que conservaba todas las cosas, meditándolas en su corazón (cf. Lc 2,19.51). Esta sencilla muchacha de Nazaret nos enseña con su ejemplo a conservar la memoria de los acontecimientos de la vida, y también a reunirlos, recomponiendo la unidad de los fragmentos, que unidos pueden formar un mosaico. ¿Cómo podemos, pues, ejercitarnos concretamente en tal sentido? Os doy algunas sugerencias.
Al final de cada jornada podemos detenernos unos minutos a recordar los momentos hermosos, los desafíos, lo que nos ha salido bien y, también, lo que nos ha salido mal. De este modo, delante de Dios y de nosotros mismos, podemos manifestar nuestros sentimientos de gratitud, de arrepentimiento y de confianza, anotándolos también, si queréis, en un cuaderno, una especie de diario espiritual.
Esto quiere decir rezar en la vida, con la vida y sobre la vida y, con toda seguridad, os ayudará a comprender mejor las grandes obras que el Señor realiza en cada uno de vosotros. Como decía san Agustín, a Dios lo podemos encontrar en los anchos campos de nuestra memoria (cf. Confesiones, Libro X, 8, 12).
Leyendo el Magnificat nos damos cuenta del conocimiento que María tenía de la Palabra de Dios. Cada versículo de este cántico tiene su paralelo en el Antiguo Testamento. La joven madre de Jesús conocía bien las oraciones de su pueblo. Seguramente se las habían enseñado sus padres y sus abuelos.
¡Qué importante es la transmisión de la fe de una generación a otra! Hay un tesoro escondido en las oraciones que nos han enseñado nuestros antepasados, en esa espiritualidad que se vive en la cultura de la gente sencilla y que conocemos como piedad popular. María recoge el patrimonio de fe de su pueblo y compone con él un canto totalmente suyo y que es también el canto de toda la Iglesia.
La Iglesia entera lo canta con ella. Para que también vosotros, jóvenes, podáis cantar un Magnificat totalmente vuestro y hacer de vuestra vida un don para toda la humanidad, es fundamental que conectéis con la tradición histórica y la oración de aquellos que os han precedido.
De ahí la importancia de conocer bien la Biblia, la Palabra de Dios, de leerla cada día confrontándola con vuestra vida, interpretando los acontecimientos cotidianos a la luz de cuánto el Señor os dice en las Sagradas Escrituras. En la oración y en la lectura orante de la Biblia (la llamada Lectio divina), Jesús hará arder vuestros corazones e iluminará vuestros pasos, aún en los momentos más difíciles de vuestra existencia (cf. Lc 24,13-35).
María nos enseña a vivir en una actitud eucarística, esto es, a dar gracias, a cultivar la alabanza y a no quedarnos sólo anclados en los problemas y las dificultades. En la dinámica de la vida, las súplicas de hoy serán mañana motivo de agradecimiento.
De este modo, vuestra participación en la Santa Misa y los momentos en que celebraréis el sacramento de la Reconciliación serán a la vez cumbre y punto de partida: vuestras vidas se renovarán cada día con el perdón, convirtiéndose en alabanza constante al Todopoderoso. «Fiaros del recuerdo de Dios […] su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal» (Homilía en la S. Misa de la JMJ, Cracovia, 31 de julio de 2016).
Hemos visto que el Magnificat brota del corazón de María en el momento en que se encuentra con su anciana prima Isabel, quien, con su fe, con su mirada perspicaz y con sus palabras, ayuda a la Virgen a comprender mejor la grandeza del obrar de Dios en ella, de la misión que él le ha confiado. Y vosotros, ¿os dais cuenta de la extraordinaria fuente de riqueza que significa el encuentro entre los jóvenes y los ancianos? ¿Qué importancia les dais a vuestros ancianos, a vuestros abuelos?
Vosotros, con sobrada razón, aspiráis a «emprender el vuelo», lleváis en vuestro corazón muchos sueños, pero tenéis necesidad de la sabiduría y de la visión de los ancianos. Mientras abrís vuestras alas al viento, es indispensable que descubráis vuestras raíces y que toméis el testigo de las personas que os han precedido.
Para construir un futuro que tenga sentido, es necesario conocer los acontecimientos pasados y tomar posición frente a ellos (cf. Exhort. ap. postsin. Amoris Laetitia, 191,193). Vosotros, jóvenes, tenéis la fuerza; los ancianos, la memoria y la sabiduría. Como María con Isabel, dirigid vuestra mirada hacia los ancianos, hacia vuestros abuelos. Ellos os contarán cosas que entusiasmarán vuestra mente y emocionarán vuestro corazón.
Fidelidad creativa para construir tiempos nuevos
Es verdad que tenéis pocos años de vida y, por esto mismo, os resulta difícil darle el debido valor a la tradición. Tened bien presente que esto no significa ser tradicionalistas. No. Cuando María en el Evangelio dice que «El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (Lc 1,49), se refiere a que aquellas «cosas grandes» no han terminado, sino que continúan realizándose en el presente.
No se trata de un pasado remoto. El saber hacer memoria del pasado no quiere decir ser nostálgicos o permanecer aferrados a un determinado período de la historia, sino saber reconocer los propios orígenes para volver siempre a lo esencial, y lanzarse con fidelidad creativa a la construcción de tiempos nuevos.
Sería un grave problema que no beneficiaría a nadie el fomentar una memoria paralizante, que impone realizar siempre las mismas cosas del mismo modo. Es un don del cielo constatar que muchos de vosotros, con vuestros interrogantes, sueños y preguntas, os enfrentáis a quienes consideran que las cosas no pueden ser diferentes.
Una sociedad que valora sólo el presente tiende también a despreciar todo lo que se hereda del pasado, como por ejemplo las instituciones del matrimonio, de la vida consagrada, de la misión sacerdotal. Las mismas terminan por ser consideradas vacías de significado, formas ya superadas.
Se piensa que es mejor vivir en las situaciones denominadas «abiertas», comportándose en la vida como en un reality show, sin objetivos y sin rumbo. No os dejéis engañar. Dios ha venido para ensanchar los horizontes de nuestra vida, en todas las direcciones. Él nos ayuda a darle al pasado su justo valor para proyectar mejor un futuro de felicidad. Pero esto es posible solamente cuando vivimos experiencias auténticas de amor, que se hacen concretas en el descubrimiento de la llamada del Señor y en la adhesión a ella. Esta es la única cosa que nos hace felices de verdad.
Queridos jóvenes, encomiendo a la maternal intercesión de la Bienaventurada Virgen María nuestro camino hacia Panamá, así como también el itinerario de preparación del próximo Sínodo de los Obispos. Os invito a recordar dos aniversarios importantes en este año 2017: los trecientos años del descubrimiento de la imagen de la Virgen de Aparecida, en Brasil; y el centenario de las apariciones de Fátima, en Portugal, adonde, si Dios quiere, iré en peregrinación el próximo mes de mayo.
San Martín de Porres, uno de los santos patronos de América Latina y de la JMJ de 2019, en su humilde servicio cotidiano tenía la costumbre de ofrecerle las mejores flores a María, como signo de su amor filial. Cultivad también vosotros, como él, una relación de familiaridad y amistad con Nuestra Señora, encomendándole vuestros gozos, inquietudes y preocupaciones. Os aseguro que no os arrepentiréis.
La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno de nosotros y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros.
Desde el Vaticano, 27 de febrero de 2017
Memoria de San Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores

FRANCISCO
Cortesía de https://www.aciprensa.com

viernes, 17 de marzo de 2017

CARDENAL JORGE UROSA SAVINO : LA FAMILIA CRISTIANA ANTE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO




Uno de los campos más importantes de la acción pastoral de la Iglesia es la familia. Ella es la fuente de la vida, la protectora del niño, la primera educadora, la maestra de virtudes, la comunicadora de la fe. Tener una familia estable, unida, amorosa, llena de Dios, santificada por el santo sacramento del matrimonio; tener una familia natural, completa y cristiana, es una verdadera bendición para un ser humano. Lamentablemente hay en el mundo hoy una corriente, un movimiento cultural que presenta una visión distinta del hombre, de la familia, y del matrimonio, llamado ideología o teoría de género, también conocido popularmente como corriente o movimiento LGBT. Desde hace pocos años, pero sobre todo a partir del año 2016, ellos han comenzado a actuar con fuerza en Venezuela, y es importante que conozcamos esa realidad.

La ideología de género  es una corriente cultural, sociológica y política que sostiene que el sexo y la genitalidad - anatómica y fisiológicamente - no son lo importante ni determinante para el ser humano, para su identidad sexual, sino “el género': es decir, la actitud o el rol, algo subjetivo, que la persona y la sociedad - la cultura dominante -asuma o le induzca al individuo. Ese movimiento es hoy en día activísimo en el mundo entero y busca introducir modificaciones a través de la educación y las leyes en la cultura relativa a la familia y las relaciones interpersonales. En España, por ejemplo, han logrado que en las nuevas leyes no se hable de padre y madre, sino de "progenitor A y progenitor B”
Esa es una concepción del ser humano que difiere de la concepción natural, acorde con la realidad anatómica y psicológica de varón y hembra, tradicionalmente aceptada y vigente en la sociedad y en la tradición judeo cristiana. Esta corriente minimiza la importancia de los hechos y datos sexuales anatómicos, genéticos y sicológicos que configuran a los seres humanos como varones o hembras. En su lugar ellos postulan que la identidad sexual sería algo cultural, que cada persona, cada uno de nosotros, independientemente de su sexo natural propio, desarrollaría. Algo que ellos llaman género, es decir una identidad, una actitud y una conducta independiente del sexo anatómico masculino o femenino. Así un hombre podría, según esa corriente, pensar como mujer, actuar como ellas, y tener una vida sexual de mujer. Y lo contrario para una mujer. Ella podría actuar sexualmente como hombre. Depende de su elección, de la cultura, de la educación.

Esta corriente postula, entre otras cosas, la apertura a la actividad sexual sin límites culturales y fuera de las normas morales cristianas en el campo de la sexualidad. En particular propugna la aprobación legal de uniones entre personas del mismo sexo, pretendiendo para ellas la denominación de "matrimonio", en detrimento de la institución matrimonial.
La ideología de género promueve, pues, un radical cambio cultural de la sociedad humana y, además, conduce a la práctica indiscriminada y sin límites de la sexualidad.

En consecuencia, debilita la familia y, al querer equiparar al matrimonio uniones entre personas de un mismo sexo, va en contra del matrimonio natural, que es heterosexual. Quiere crear una nueva sociedad, una nueva cultura sexual, en contra de las enseñanzas morales del cristianismo sobre la sexualidad, el matrimonio y la familia.

Por esto es muy necesario que los agentes de pastoral, los educadores católicos, los padres y madres de familia, los comunicadores sociales cristianos, nos unamos para defender la moralidad sexual cristiana, los valores del matrimonio naturalmente heterosexual entre un hombre y una mujer, y la realidad natural y cristiana de la familia estable, heterosexual y moralmente virtuosa. Esta labor en pro de la humanidad y de la familia debe incluir a todas las Escuelas y centros de educación católicos, a nuestras Universidades, y a los organismos gremiales, como la AVEC.

Nuestra comunión e interacción en este campo es tanto más necesaria e importante por cuanto en otros países los lobbys que quieren promover la ideología de género han promovido también una grave discriminación contra personas que piensan distinto, y han logrado la promulgación de leyes que limitan la libertad de expresión. Acusan de discriminatorios y discriminantes -homofóbicos - a quienes nos oponemos a sus planteamientos y defendemos la concepción cristiana tradicional de la identidad sexual, de la moralidad sexual, del matrimonio y de la familia. Hay sanciones legales de diverso tipo, y con ello se va extendiendo, en países como España, un temor a manifestar con libertad la propia opinión en contra de la ideología de género. Esa imposición y esas sanciones, así como el ataque a la libertad de expresión, de fe y de culto, son totalmente inaceptables.

Es importante que en Venezuela nos demos cuenta del serio desafío que esta corriente representa. Sin duda, los católicos rechazamos todo ataque, burla, discriminación o maltrato contra personas homosexuales. Pero debemos sostener firmemente el derecho constitucional a manifestar nuestra opinión diversa, y a defender lo que nosotros pensamos es la verdadera naturaleza de los seres humanos, creados por Dios varón y hembra, con una identidad sexual previa a cualquier elección, o a cualquier influjo cultural, pues viene dada por la anatomía, la fisiología y la psicología.

Por supuesto, repito, nosotros hemos de respetar a las personas que tienen esa concepción, y una práctica sexual diversa de la natural. El Catecismo de la Iglesia Católica así nos lo exige (2358). Pero al mismo tiempo nosotros tenemos derecho a exigir respeto a nuestra concepción, y libertad para exponerla y defenderla toda vez que corresponde a los datos de la naturaleza, y a la visión judeocristiana del ser humano, de la identidad sexual y de la sexualidad. No podemos aceptar que se quiera presentar la ideología de género como un pensamiento único, absoluto y obligatorio, ante el cual no cabe diversidad de opinión.

El PAPA FRANCISCO ANTE ESTA TEORÍA
Por su parte, el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia presenta la ideología de género como un desafío para la familia. Es decir, una amenaza, un grave peligro para el ser humano. En el n. 56 nos dice el Santo Padre:

"La ideología de género «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separan)... Y concluye el Papa: "Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada"

CONCLUSIÓN
Tenemos hoy, pues, un inmenso reto pastoral. Se trata de promover y defender la familia cristiana tal como la han presentado la Biblia y la Iglesia a través de los siglos. Ante ese nuevo movimiento que pretende cambiar la cultura, más aún toda la sociedad, implantando un nuevo modelo de familia, nosotros hemos de promover y defender la verdadera naturaleza de la familia, y además, demostrar, con la vida y testimonio de las familias cristianas, que ese es el camino normal para la interrelación entre hombre, mujer y para la procreación y educación de los hijos.

Los católicos venezolanos hemos de conocer mejor ese reto a la familia y al matrimonio natural y cristiano, informarnos sobre la situación actual en Venezuela, y luego reflexionar sobre lo que debemos hacer, personal y corporativamente, y organizarnos para afrontar ese gravísimo desafío a la Iglesia, a la sociedad y a la cultura mundial en general. Información, reflexión, motivación para la acción y organización.

Asumamos el reto de promover, defender y fortalecer la familia como un elemento fundamental para la felicidad humana y para la vida de la nación y de la Iglesia.
CARDENAL JORGE UROSA SAVINO, ARZOBISPO DE CARACAS
26 de febrero de 2017


martes, 14 de marzo de 2017

Francisco a los jóvenes: se habla mucho con el móvil pero se escucha poco a los demás


En la visita a la parroquia romana de Santa Magdalena, el Santo Padre explica la importancia de escuchar al prójimo


(ZENIT- Roma, 14 Mar. 2017).- Hoy la capacidad para comunicar con todo el mundo es enorme gracias a la tecnología, entretanto el problema muchas veces es comunicar entre nosotros, en la familia o entre los amigos.

Lo dijo el santo padre Francisco en su visita realizada este domingo 13 de marzo en la parroquia Santa Magdalena, situada en Ottavia, zona periférica de Roma, durante la conversación que tuvo con los niños y con los jóvenes.

Respondiendo a una chica que le preguntó al Papa sobre el modo de comunicar hoy, con tanta tecnología, Francisco señaló: “Es bello esto, porque hoy nosotros podemos comunicar con todas partes”, si bien precisó que “falta el diálogo” y les invitó a pensar en esto.

“Cierren los ojos, imagínense esto: en la mesa, mamá, papá, yo, mi hermano, mi hermana, cada uno de nosotros con su propio teléfono móvil, hablando…. Todos hablan afuera, pero entre ellos no se hablan. ¿Todos comunican, verdad?, sí, a través del móvil, pero no dialogan. Este es el problema”.

Y repitió: “Este es el problema, la falta de diálogo y que no se escucha”.

El Papa les contó así que el día anterior había tenido una reunión con un grupo de unas 400 voluntarios que pertenecen a la asociación “Telefono Amico” (Teléfono amigo). Les explicó que ellos están siempre dispuestos a escuchar: “si estás triste, si te sientes deprimido o tienes un problema o una duda, es posible llamar porque allí hay siempre una persona dispuesta a escuchar”.

Porque, reiteró “escuchar es el primer paso del diálogo” y señaló: “Una de las enfermedades más feas de nuestro tiempo creo sea la poca capacidad de escuchar”.

Hablo con el móvil pero no escucho a quien tengo cerca, no dialogo, “se está en comunicación con otro, pero quizás no es comunicación verdadera, no es diálogo: yo digo una cosa, tú dices otra, pero todo virtual. Tenemos que llegar al diálogo concreto”. ¿Y cómo se inicia a dialogar? “con el oído, desbloqueando los oídos”.

Francisco dio otro ejemplo: “si voy a visitar a un enfermo e inicio a hablar: “No te preocupes, te curarás rápido, blablablabla…, ciao que Dios te bendiga…”. El pobre enfermo se queda un poco así… ¡Él tenía necesidad de ser escuchado! Cuando se visita a un enfermo “es mejor quedarse callado, darle un beso, acariciarlo, hacerle una pregunta: ¿Cómo estás?, y dejarlo hablar”.

Cortesía de https://es.zenit.org


miércoles, 1 de marzo de 2017

Papa Francisco catequesis para cuaresma: La salvación es don pero, como es una historia de amor, requiere nuestro “si” y nuestra participación en su amor..



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarrollando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy quisiera presentarles la Cuaresma como camino de esperanza.
De hecho, esta perspectiva se hace enseguida evidente si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y por lo tanto, todo el sentido de este periodo de cuarenta días es iluminado por el misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor Resucitado que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él, que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús Resucitado. La Cuaresma es un periodo de penitencia, también de mortificación, pero no un fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resurgir con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente “desde lo alto”, desde el amor de Dios (Cfr. Jn 3,3). Por esto es que la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza.
Para comprender mejor que cosa significa esto, debemos referirnos a la experiencia fundamental del éxodo de los Israelitas de Egipto, narrada en la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud en Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no se ha olvidado de su pueblo y de su promesa: llama a Moisés y, con brazo poderoso, hace salir a los Israelitas de Egipto y los guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los Israelitas la ley, para educarlos en el amor a Él, el único Señor, y para amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y fatigoso: simbólicamente dura 40 años, es decir, el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, es siempre tentada a añorar Egipto y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de regresar atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esta pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino es realizado en la esperanza: la esperanza de alcanzar la Tierra, y justamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud del pecado a la libertad, al encuentro del Cristo Resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada salida, todo tiene sentido solo dentro del designio de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.
La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y gozosa. Para abrir esta vía, este camino, Jesús ha debido despojarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirnos el camino a la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros somos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado por medio de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en un carruaje”. No, no quiere decir esto. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, como es una historia de amor, requiere nuestro “si” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de ella todos los santos.
La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al Tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros corresponde tomar de su fuente y beber, en los Sacramentos, en la oración, en la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido confiada el día de nuestro Bautismo.
En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta I Dom. de Cuaresma), quien realiza el camino de la Cuaresma esta siempre en el camino de la conversión. Es un signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, siempre por renovar. Un camino ciertamente difícil, como es justo que sea, porque el amor es arduo, pero es un camino lleno de esperanza. Es más, diría además: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto – todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, las visiones… – todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, en el modelo de la Virgen María, que en medio a las tinieblas de la pasión y de la muerte de su Hijo continuó creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios.
Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría hoy este camino de esperanza. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)