Uno de los campos más importantes
de la acción pastoral de la Iglesia es la familia. Ella es la fuente de la
vida, la protectora del niño, la primera educadora, la maestra de virtudes, la
comunicadora de la fe. Tener una familia estable, unida, amorosa, llena de
Dios, santificada por el santo sacramento del matrimonio; tener una familia
natural, completa y cristiana, es una verdadera bendición para un ser humano.
Lamentablemente hay en el mundo hoy una corriente, un movimiento cultural que
presenta una visión distinta del hombre, de la familia, y del matrimonio,
llamado ideología o teoría de género, también conocido popularmente como
corriente o movimiento LGBT. Desde hace pocos años, pero sobre todo a partir
del año 2016, ellos han comenzado a actuar con fuerza en Venezuela, y es
importante que conozcamos esa realidad.
La ideología de género es
una corriente cultural, sociológica y política que sostiene que el sexo y la
genitalidad - anatómica y fisiológicamente - no son lo importante ni
determinante para el ser humano, para su identidad sexual, sino “el género': es
decir, la actitud o el rol, algo subjetivo, que la persona y la sociedad - la
cultura dominante -asuma o le induzca al individuo. Ese movimiento es hoy en
día activísimo en el mundo entero y busca introducir modificaciones a través de
la educación y las leyes en la cultura relativa a la familia y las relaciones
interpersonales. En España, por ejemplo, han logrado que en las nuevas leyes no
se hable de padre y madre, sino de "progenitor A y progenitor B”
Esa es una concepción del ser
humano que difiere de la concepción natural, acorde con la realidad anatómica y
psicológica de varón y hembra, tradicionalmente aceptada y vigente en la
sociedad y en la tradición judeo cristiana. Esta corriente minimiza la importancia de los hechos y datos sexuales
anatómicos, genéticos y sicológicos que configuran a los seres humanos como
varones o hembras. En su lugar ellos postulan que la identidad sexual sería
algo cultural, que cada persona, cada uno de nosotros, independientemente de su
sexo natural propio, desarrollaría. Algo que ellos llaman género, es decir una
identidad, una actitud y una conducta independiente del sexo anatómico
masculino o femenino. Así un hombre
podría, según esa corriente, pensar como mujer, actuar como ellas, y tener una
vida sexual de mujer. Y lo contrario para una mujer. Ella podría actuar
sexualmente como hombre. Depende de su elección, de la cultura, de la
educación.
Esta corriente postula, entre
otras cosas, la apertura a la actividad sexual sin límites culturales y fuera
de las normas morales cristianas en el campo de la sexualidad. En particular propugna la aprobación legal
de uniones entre personas del mismo sexo, pretendiendo para ellas la
denominación de "matrimonio", en detrimento de la institución
matrimonial.
La ideología de género promueve,
pues, un radical cambio cultural de la sociedad humana y, además, conduce a la
práctica indiscriminada y sin límites de la sexualidad.
En consecuencia, debilita la familia y, al querer equiparar al
matrimonio uniones entre personas de un mismo sexo, va en contra del matrimonio
natural, que es heterosexual. Quiere crear una nueva sociedad, una nueva
cultura sexual, en contra de las enseñanzas morales del cristianismo sobre la
sexualidad, el matrimonio y la familia.
Por esto es muy necesario que los
agentes de pastoral, los educadores católicos, los padres y madres de familia,
los comunicadores sociales cristianos, nos unamos para defender la moralidad
sexual cristiana, los valores del matrimonio naturalmente heterosexual entre un
hombre y una mujer, y la realidad natural y cristiana de la familia estable,
heterosexual y moralmente virtuosa. Esta labor en pro de la humanidad y de la
familia debe incluir a todas las Escuelas y centros de educación católicos, a
nuestras Universidades, y a los organismos gremiales, como la AVEC.
Nuestra comunión e interacción en
este campo es tanto más necesaria e importante por cuanto en otros países los
lobbys que quieren promover la ideología de género han promovido también una
grave discriminación contra personas que piensan distinto, y han logrado la
promulgación de leyes que limitan la libertad de expresión. Acusan de
discriminatorios y discriminantes -homofóbicos - a quienes nos oponemos a sus
planteamientos y defendemos la concepción cristiana tradicional de la identidad
sexual, de la moralidad sexual, del matrimonio y de la familia. Hay sanciones
legales de diverso tipo, y con ello se va extendiendo, en países como España,
un temor a manifestar con libertad la propia opinión en contra de la ideología
de género. Esa imposición y esas sanciones, así como el ataque a la libertad de
expresión, de fe y de culto, son totalmente inaceptables.
Es importante que en Venezuela
nos demos cuenta del serio desafío que esta corriente representa. Sin duda, los
católicos rechazamos todo ataque, burla, discriminación o maltrato contra
personas homosexuales. Pero debemos sostener firmemente el derecho
constitucional a manifestar nuestra opinión diversa, y a defender lo que
nosotros pensamos es la verdadera naturaleza de los seres humanos, creados por
Dios varón y hembra, con una identidad sexual previa a cualquier elección, o a
cualquier influjo cultural, pues viene dada por la anatomía, la fisiología y la
psicología.
Por supuesto, repito, nosotros
hemos de respetar a las personas que tienen esa concepción, y una práctica
sexual diversa de la natural. El Catecismo de la Iglesia Católica así nos lo
exige (2358). Pero al mismo tiempo nosotros tenemos derecho a exigir respeto a
nuestra concepción, y libertad para exponerla y defenderla toda vez que
corresponde a los datos de la naturaleza, y a la visión judeocristiana del ser
humano, de la identidad sexual y de la sexualidad. No podemos aceptar que se
quiera presentar la ideología de género como un pensamiento único, absoluto y
obligatorio, ante el cual no cabe diversidad de opinión.
El PAPA FRANCISCO ANTE ESTA
TEORÍA
Por su parte, el Papa Francisco
en su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia presenta la ideología de género
como un desafío para la familia. Es
decir, una amenaza, un grave peligro para el ser humano. En el n. 56 nos dice
el Santo Padre:
"La ideología de género «niega la diferencia y la reciprocidad
natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de
sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a
proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad
personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad
biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción
individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que
algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones
a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que
determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo
biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden
distinguir pero no separan)... Y concluye el Papa: "Una cosa es comprender
la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar
ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la
realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos
creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido
como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso
significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada"
CONCLUSIÓN
Tenemos hoy, pues, un inmenso
reto pastoral. Se trata de promover y defender la familia cristiana tal como la
han presentado la Biblia y la Iglesia a través de los siglos. Ante ese nuevo
movimiento que pretende cambiar la cultura, más aún toda la sociedad,
implantando un nuevo modelo de familia, nosotros hemos de promover y defender
la verdadera naturaleza de la familia, y además, demostrar, con la vida y
testimonio de las familias cristianas, que ese es el camino normal para la
interrelación entre hombre, mujer y para la procreación y educación de los
hijos.
Los católicos venezolanos hemos
de conocer mejor ese reto a la familia y al matrimonio natural y cristiano,
informarnos sobre la situación actual en Venezuela, y luego reflexionar sobre
lo que debemos hacer, personal y corporativamente, y organizarnos para afrontar
ese gravísimo desafío a la Iglesia, a la sociedad y a la cultura mundial en
general. Información, reflexión,
motivación para la acción y organización.
Asumamos el reto de promover,
defender y fortalecer la familia como un elemento fundamental para la felicidad
humana y para la vida de la nación y de la Iglesia.
CARDENAL JORGE UROSA SAVINO, ARZOBISPO DE CARACAS
26 de febrero de 2017
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