22/11/2018
PRESENTACIÓN
El pasado 8 y 9 de octubre la Asociación Venezolana de Educación Católica - AVEC en su compromiso desde hace 73 años con la educación en compañía de sus instituciones afiliadas, reflexionó sobre el sentido y el significado de educar en estos tiempos, por lo que impulsó el VI Congreso Pedagógico Pastoral como una oportunidad y posibilidad de “Gestionar hoy la educación del futuro”, en coherencia y articulación con la Confederación Interamericana de Educación Católica – CIEC al igual que nosotros celebra sus setenta y tres años de servicio y compromiso con la educación católica. Nos complace promocionar a Uds. Equipos de gestión de los distintos centros educativos de AVEC el texto EL PROYECTO EDUCATIVO DE FRANCISCO, a través de unos hitos o referencias puntuales y significativas de tan valioso documento.
El libro es una invitación a tener esperanza. Como dice nuestro papa Francisco, “el optimismo es una actitud psicológica; la esperanza es un don de Dios, esa virtud que Dios te mete en el corazón y que radica en la promesa de Dios no te hace perder el rumbo”. Pérez, Óscar (2018) Secretario general CIEC 2017-2020.
- Educar en el equilibrio entre la zona de seguridad y la zona de riesgo. Nos sugiere que debemos ser magnánimos, de corazón grande, que no tengamos miedo, un corazón amplio, un corazón grande, encontrando a Jesús en la contemplación.
- Educar la cultura del diálogo y del encuentro. Con alegría manifiesta a los visitantes que conocer a otras personas, otras culturas siempre nos hace mucho bien, nos hace crecer, no somos islas, encontrándonos con otras personas, otras culturas, otros modos de pensar, otras religiones comenzamos a dialogar, a confrontar para crecer y madurar. Poner en práctica lo que hemos escuchado.
- Educar la cultura del discernimiento, la cercanía y la solidaridad. Nos señala que hablar de crisis, es hablar de peligros y también de oportunidades ¿En cuál crisis te encuentras? ¿cuáles son las reacciones? Y nos indica volver a los dos discípulos de Emaús que desilusionados ante la muerte de Jesús se resignan y buscan huir de la realidad, las mismas actitudes las podemos leer también en este momento histórico. Destaca a la universidad como lugar de discernimiento y de formación a la solidaridad, como lugar de sabiduría, en formar al discernimiento para alimentar la esperanza. Hay que leer la realidad para que nos guie a la luz de su Resurrección. Pensando en la realidad del encuentro con el otro.
- Educar para el desarrollo integral de la persona. Las instituciones educativas católicas están llamadas a ofrecer a todos, desde el respeto de la libertad de cada uno y de los métodos propios del ambiente escolástico, la propuesta cristiana, es decir, a Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia. Hace un llamado a la preparación cualificada de los formadores, de acuerdo a una generación que cambia también está llamado a cambiar, es decir, saber comunicar con los jóvenes. Recordándonos que “educar es un acto de amor, es dar vida.
- Educar para aprender a aprender. El papa Francisco recuerda la imagen de su primera maestra, la que lo recibió a los seis años, en primer grado, nunca la ha olvidado, el ama a la escuela, porque esta mujer lo enseñó a amarla, también porque es sinónimo de apertura a la realidad, esto significa para él abrir la mente y el corazón a la realidad. Enseñar a aprender a aprender para que quede para siempre y la persona permanezca abierta a la realidad.
- Educar para recomponer el pacto educativo. Resalta un refrán africano “Para educar a un hijo hace falta una aldea”. Y menciona que no hay que dejar solos a los chicos, hay que estar todos juntos por el chico, por eso hay que recomponer el pacto educativo, hay que poner empeño por crear una “red” de lazos verdaderamente humanos, que sea sostén de los niños, que sea un lugar de encuentro, de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Sigan trabajando para crear esta aldea humana.
- Educar para lograr armonías. Cada uno tiene un tesoro y este hay que compartirlo con los otros, porque al compartirlo y recibirlo este se multiplica. Nos hace énfasis que “no vamos a cambiar el mundo si no cambiamos la educación”. La familia, la escuela, la patria, la cultura deben tener un pacto con la educación, sólo así cambiará la educación. El pacto educativo debe ser asumido por todos y saldremos de esta crisis de la civilización que nos ha tocado vivir. Y para finalizar nos invita a buscar en cada uno de nosotros y en nuestros pueblos la belleza que nos funda desde el arte, la música, la pintura, la escultura, la literatura, educar en la belleza.
- Educar en relaciones de acogida y benevolencia. A los colegas les dice, que él también como profesor sabe que es un trabajo mal pagado, pero bellísimo porque permite ver crecer día tras día a las personas que fueron confiadas a nuestro cuidado. Valora que enseñar es un compromiso serio y que el profesor jamás está solo, tiene a sus colegas y a la comunidad educativa a la que pertenece. El deber fundamental de un buen educador cristiano es el de amar con mayor intensidad a sus alumnos más difíciles, más débiles, más desfavorecidos. Nos hace un llamado como educadores a comprometernos con las periferias de la escuela, cuidar las relaciones humanas, que no son más que relaciones de acogida, de benevolencia.
- Educar para cultivar y cuidar. Nos remite a la parábola del sembrador, hay que cultivar, esta parábola nos muestra los tipos de tierra, los tipos de siembra, los tipos de fruto y la relación entre ellos. Cultivar y cuidar. Añade que “No cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva”, nuestros centros por lo tanto son un semillero de tierra fértil sedienta de vida, para cuidar de la tierra, para cuidar del hermano.
- Educar es construir una gran familia. La escuela es una segunda casa, y esta se vuelve una gran familia para todos, donde aprendemos a ayudarnos a compartir lo bueno de cada uno, a dar lo mejor. Nos invita a soñar, a tener sueños y luchar por ellos. Nos aconseja no olvidarnos de rezar por él para que pueda compartir con muchos la alegría de Jesús. Y que recemos también para que muchos puedan disfrutar de esta alegría.
- Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva. Hablar de humanidad es hablar de educación católica, la identidad católica es Dios, que se hizo hombre. Hay que preparar los corazones para que el señor se manifieste. Hay que enseñar a pensar, ayudar a sentir bien y acompañar en el hacer. El educador siempre debe arriesgarse a educar bien. Debe ser un maestro del riesgo. Formar gente que piense, gente que actúe. A los educadores nos invita a repensar y replantear las 14 obras de misericordia, como ponerlas en práctica en la educación.
- Educar a los más auténticos valores humanos y cristianos. Destaca la importancia de promover una educación a la plenitud de la humanidad, una educación en la que haya lugar para todos. Hay que tender puentes. Aquí se nos invita a saber marcar la diferencia con la calidad formativa. Saber encontrar los modos y caminos. Saber hacernos notar por una coherencia educativa radicada en la visión cristiana del hombre y la sociedad.
- Educar desde las bienaventuranzas y Mateo 25. Vuelve a recordar a los maestros que el pacto educativo está roto. Nos recuerda que la persona, para sentirse persona, tiene que sentir, tiene que pensar, tiene que hacer estos tres lenguajes sencillos: el lenguaje de la mente, el del corazón, el de las manos. La educación enseña a encontrarse a la gente y a llevar adelante obras de siembra. Nos pide que como educadores no nos cerremos a nuevas propuestas, a propuestas audaces de educación.
- Educar para aprender uno de otros. Aprender los unos de los otros, es el mensaje del papa Francisco. Brindar ayuda oportuna. Jesús nos llama a servir a nuestros hermanos y hermanas, a hacernos cargo de los demás, es una llamada universal, enraizada en nuestra humanidad.
- Educar para el reconocimiento de la dignidad de la persona humana. Los niños son los primeros que han de recibir atención y protección. Hace mención que el evangelio nos habla del efecto con el que Jesús acogía a los niños, tomándolos en sus brazos y bendiciéndolos (cf.Mc10, 16) Debemos dedicarnos a proteger la dignidad de los niños con ternura pero también con gran determinación, luchando contra la cultura del descarte. Nos alerta que la Red tiene su lado oscuro y regiones oscuras donde el mal consigue actuar y expandirse de manera siempre nueva y cada vez con más eficacia, extensión y capilaridad. Estamos llamados a movilizarnos juntos, sabiendo que nos necesitamos para buscar y encontrar el camino y las actitudes adecuadas que ayuden a dar respuestas eficaces. Todos juntos para tener siempre el derecho, el valor y la alegría de mirar a los ojos de los niños de todo el mundo.
- Educar para una lectura cuidadosa del fenómeno migratorio. Reflexiona sobre las reacciones negativas, discriminatorias y xenófobas que suscita la acogida de los migrantes en los países de antigua tradición cristiana y propone profundizar en la reflexión teológica sobre las migraciones como signo de los tiempos. Hace referencia a las cuatro piedras angulares del camino de la Iglesia a través de la realidad de las migraciones contemporáneas: acoger, proteger, promover e integrar.
- Educar al hecho de hacer asociación. Hace un llamado especial a los maestros cristianos, que trabajan en las escuelas católicas como públicas, a estimular en los alumnos la apertura al otro como rostro, como persona, como hermano y hermana por conocer y respetar, con su historia, con sus méritos y defectos, riquezas y límites. Mantener una alianza educativa entre la escuela y la familia. Y educar en un estilo de vida basado en la actitud de cuidado por nuestra casa común.
- Educar para crear redes. Por segunda vez manifiesta que “Solo si cambia la educación se puede cambiar el mundo” y sugiere crear redes, reunir las instituciones escolares y universitarias para potenciar la iniciativa educativa y de investigación. Juntar los saberes, las ciencias y las disciplinas para afrontar los complejos desafíos con la inter-y la trans-disciplinariedad. La escuela sea una comunidad que eduque. Estamos llamados a no perder la esperanza porque hay que dar esperanza al mundo global de hoy, a través de una formación intelectual y moral.
- Estamos llamados a Humanizar la Educación, estar abiertos al diálogo y trabajar por la realización del bien común. Humanizar la educación significa que es necesario actualizar el pacto educativo entre las generaciones. “La buena educación de la familia es la columna vertebral del humanismo" (pág. 105)
Hoy en Venezuela nos urge escuchar las palabras
motivadoras e innovadoras del Papa y ponerlas en práctica desde nuestro
quehacer educativo. En Venezuela el pacto educativo está roto como lo ha dicho
el Papa reiteradas veces y como se evidencia en estos documentos. Es
imprescindible vivir el humanismo solidario desde nuestras comunidades
educativas, restituir de manera urgente los
valores de la fraternidad, humanidad y valoración del otro.
Le invitamos a avanzar en la profundización del
Proyecto educativo del Papa Francisco y vivir el mismo dentro de nuestra
comunidad educativa como la base del Proyecto educativo del centro y líneas estratégicas de la
evangelización del mismo.
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